¡Oh, no! No era de noche. El niño estaba solito en su casa cuando, de repente, la puerta hizo un ruido fuerte. Una bruja malvada había llegado. Habló en voz baja y misteriosa, diciendo: «¡Una bolsa de caramelos!» Luego tocó el timbre y se esfumó en la oscuridad.
El niño se asustó al ver una bolsa llena de caramelos en la puerta de su casa. La tomó con manos temblorosas y, tentado por los dulces, decidió entrar. Pero algo extraño ocurrió. Cuando abrió la puerta y miró afuera, ¡no había nadie a la vista!
La voz de la bruja resonó nuevamente desde la oscuridad: «Guarda los caramelos para tu hermanita». Asustado, el niño cerró la puerta rápidamente. Luego, comenzó a examinar los caramelos. Había trece en total, cada uno con un sabor más delicioso que el anterior: fresa, durazno, manzana, frambuesa, arándano, piña, zanahoria, brócoli, membrillo e incluso chocolate.
El niño, con la boca llena de dulces, comenzó a saborearlos mientras se preguntaba sobre la misteriosa visita de la bruja. Después de disfrutar de varios caramelos, se dio cuenta de que había guardado siete para su hermanita. Pero no pudo resistirse y continuó comiendo.
Sin embargo, a medida que devoraba los caramelos, comenzó a sentir algo extraño en su estómago. Un zumbido misterioso llenó la habitación. Fue entonces cuando el teléfono sonó de repente en la penumbra. La bruja, con una voz angustiada, dijo: «El que come y no comparte, le sale un sapo en la barriga».