Esta es la historia de Pablo, un niño de 9 años que vivía cerca de un colegio en el centro de Concepción. Un día, cuando hacía mucho frío, el director del colegio vio a Pablo temblando por el frío de la noche anterior. El director, preocupado, se acercó y le dijo:
«Oye, niño, ¿por qué estás durmiendo afuera con este frío? Deberías quedarte a dormir en el colegio si quieres. ¿Te gustaría estudiar aquí con los otros niños? No tengo dinero para comprarte cosas, pero si lo deseas, puedes quedarte.»
El director era amable, y eso hizo que Pablo se sintiera mejor. Esa misma noche, el director recordó que tenía un uniforme viejo guardado en el armario. Al día siguiente, fue a buscarlo y le dijo a Pablo:
«Aquí tienes, te regalo este uniforme para que puedas estudiar con nosotros.»
Pablo se puso muy contento y agradeció al director muchas veces. Se vistió con su nuevo uniforme y se sintió como un verdadero estudiante. Pero cuando llegó a la sala del cuarto A, sus compañeros lo miraron y se rieron. A Pablo le dio mucha vergüenza, se puso a llorar y corrió al baño. Después de un rato, se armó de valor y salió al recreo, pero las burlas continuaron.
Pablo se dio cuenta de que los otros niños se reían porque su uniforme era un poco antiguo. Por la noche, encontró un lugar para dormir dentro del colegio, como le había ofrecido el director. Encontró una pequeña habitación donde guardaban cosas de aseo. No era la habitación más bonita, pero al menos no hacía frío.
Mientras se acomodaba para dormir, Pablo sintió algo extraño en medio de la noche. Tuvo ganas de ir al baño, pero el pasillo estaba oscuro y tenía miedo. Después de un rato, decidió levantarse, y en el pasillo vio una sombra que lo agarró y dijo: «Uniforme».
Asustado, Pablo corrió a contárselo al director al día siguiente. El director le respondió: «Pablo, los fantasmas no existen, no debes tener miedo».
A pesar de eso, el fantasma siguió visitando a Pablo por las noches. Pablo intentó muchas maneras de atraparlo para mostrárselo al director, pero sin éxito. Finalmente, un día, mientras jugaba, se cayó y se lastimó gravemente.
Hoy en día, en el mismo colegio de Pablo, se dice que dos fantasmas amigos aparecen por las noches para asustar al director, que no creía en fantasmas.