Bella vivía en una aldea junto a su padre Mauricio, quien era un inventor muy inteligente. Un día, cuando volvían del mercado, un cazador llamado Gastón los detuvo. Gastón era un hombre joven y orgulloso, y todos sabían que siempre conseguía lo que quería, ya que su padre era el líder de la aldea.
Pero Bella no le prestaba atención a Gastón, lo que lo hacía enojar aún más. Él estaba obsesionado y quería casarse con ella. Un día, después de insistir mucho, Gastón la siguió y le dijo:
«¡Bella, la bella y la bestia! Déjame acompañarte a casa.»
Bella le respondió con amabilidad: «Oh, Gastón, gracias, pero puedo ir sola a casa.»
Gastón no se rindió y dijo: «Además, necesito hablar con tu padre sobre algo importante.»
Bella llegó a su casa y le contó a su padre lo que había sucedido. Mauricio, preocupado, le dijo a Gastón: «Debes haber perdido la cabeza, Gastón. Bella nunca se casará contigo. Vete.»
Mientras tanto, en el laboratorio de Mauricio, ocurrió una explosión. Mauricio corrió hacia allí para ver qué había sucedido, y Bella lo siguió. Gastón se fue, ya que no había nadie a quien molestar.
Mauricio le explicó a Bella que había tenido éxito en uno de sus experimentos y que quería llevarlo a la feria del pueblo. Se montó en su caballo Felipe y partió hacia la feria, pero se perdió en el bosque.
Después de un tiempo, llegó a un enorme y solitario castillo. Entró en el castillo y se dio cuenta de que estaba oscuro y vacío. Mauricio llamó, pero nadie respondió. De repente, una sombra apareció y, cuando se iluminó, vio a una gran y aterradora bestia con una cicatriz en el rostro.
La bestia le preguntó a Mauricio cómo se atrevía a entrar en su castillo. Mauricio se disculpó y trató de irse, pero la bestia lo atrapó y lo encerró en el calabozo.
Bella, preocupada por la ausencia de su padre, decidió buscarlo y también llegó al castillo. Al ver a su padre encerrado, se ofreció a quedarse en su lugar. La bestia aceptó y Mauricio fue liberado.
Bella se quedó en el castillo con la bestia, y a pesar de su apariencia aterradora, la bestia no era cruel. Con el tiempo, se hicieron amigos. Un día, Bella pidió permiso para ir a la aldea a visitar a su padre, y la bestia accedió, aunque sabía que podría no regresar.
En la aldea, la gente estaba enojada con su padre y pensaba que estaba loco. Gastón lideraba la turba enojada. Cuando intentaron llevarse a Mauricio, Bella intervino, pero nadie le creyó. Gastón intentó llevársela a la fuerza, pero en el forcejeo, el espejo de la bestia cayó y todos vieron su imagen en él.
Gastón convenció a la multitud de que debían atacar al castillo. Armados con antorchas y espadas, marcharon hacia el castillo. Mauricio y Bella quedaron atrapados, y Gastón luchó contra la bestia. Sin embargo, la bestia no quiso pelear y fue herida.
Bella llegó justo a tiempo para ver a la bestia herida y a Gastón caer. Llorando, le dijo a la bestia que la perdonara. Entonces, un milagro ocurrió: la bestia se transformó en un apuesto príncipe. Era el mismo príncipe que una bruja había convertido en una bestia hace mucho tiempo.
La maldición se rompió gracias al amor de Bella. El castillo y el bosque florecieron de nuevo. Bella y el príncipe vivieron felices para siempre, recordando que nunca se debe juzgar a las personas por su apariencia, sino por su corazón.