CUENTOS CORTOS PARA NIÑOS
Hace más de dos mil años, en un lugar muy lejano llamado Belén, había nacido un niño llamado Jesús y sus padres era un señor llamado José y una señora muy joven y hermosa llamada María.
Había nacido en un pesebre, y los primeros que llegaron a visitarlo fueron unos pastorcitos que le llevaban como presente pan, leche y miel. Estos han ido por todo el pueblo, llenos de alegría, a contar a las personas sobre este grandioso nacimiento.
También habían llegado tres hombres con vestidos muy elegantes, y éstos traían consigo oro, incienso y mirra. Se hacían llamar reyes y decían ser magos.
Era un día a media mañana y Carlitos jugaba en la calle. Oyó a sus amigos hablar de aquel recién nacido y sintió mucha curiosidad y dijo:
-Quiero ver a ese misterioso niño. Pero todos le llevan regalos, y yo no tengo nada que llevarle. ¿Qué le digo cuando lo vea? – y de pronto se echó a correr con rumbo al establo.
De repente sintió en su cabeza el golpe de una piedra que le había lanzado Roberto, el niño mal educado y travieso que vivía en el centro del pueblo.
Carlitos se puso muy furioso y le gritó unas palabras bien feas. A los pocos metros vio una piedra mucho más grande y se agachó a recogerla. Cuando se levantó, Roberto había desaparecido.
-Más te vale, dijo, espero encontrarte cuando regrese para darte dónde más te duele. Y se guardó la piedra en el bolsillo de su pantalón.
Continuó su camino y a los pocos minutos llegó al establo donde estaba el Niño Jesús. Sus ojos se iluminaron y relució aquel ángel que todo niño lleva en su corazón y en su alma.

-¡Qué niño tan hermoso!, dijo Carlitos en voz baja.
-Ven, Acércate, le dijo sonriendo la joven madre…
-Señora, ¡Qué pena!, yo no traigo nada que ofrecerle….
María lo miró con esa dulzura con que nos ve a todos, y le dijo:
-Tú traes algo en el bolsillo de tu pantalón…
-Ya me descubrió – pensaba Carlitos – Es la piedra que llevo para tirársela a Roberto a mi regreso.
Arrepentido de sus malas intenciones, Carlitos le dijo:
-Señora, aquí la tiene, no se la voy a lanzar a Roberto.
La mamá del Niño aceptó la piedra de Carlitos, y sonriendo le contestó con dulzura:
Es el mejor regalo que podrías haber traído, Carlitos. Gracias, mi Niño Jesús estará muy contento.
El mejor regalo que podemos ofrecerla a Dios, es renunciar a esa vida desordenada que llevamos; es decir, “entregarle” esa piedra que cargamos en nuestros bolsillos.
El Apóstol Pablo, en Romanos 3:21-31, nos dice que Dios nos hace justos a través de nuestra Fe; y que por la Gloria de Dios, gratuitamente y por pura bondad, mediante la redención de Cristo, todos seremos liberados de esa piedra que cargamos.
Todos estamos sometidos al pecado y estamos faltos de la Gloria de Dios; pero Dios nos ha creado para estar en comunión con El. Y si pareciera inalcanzable, nos expresó su inmenso amor al enviar a su Hijo para que redimiera nuestros pecados; de esa manera nos tiende la mano, toma nuestras piedras y nos hace justos. Dios triunfa sobre el mal por el amor, y los que no conocíamos el amor, ahora seremos salvos.